El hombre que sudaba testosterona


Esto me pasó de verdad. 
El año pasado estuve de erasmus en Turquía. Un día, caminando por la calle, me crucé el tipo del dibujo. Como podrán observar, lo primero que vi fue esa monoceja, prima lejana de la barra del tetris y amiga del alma de la barra del videojuego PONG. Pero lo que más me sorprendió fue que se afeitase uno de los laterales. Quería tener una pinta aún mayor de tipo duro sin tener que renunciar a la personalidad de sus cejas. En un mundo de relativismo sexual, eso es todo un ejemplo. Todos deberíamos aprender una lección de su entrecejo, que grita a los cuatro vientos "¡PALETO!", pero también "¡VIRILIDAD!".